»» Raymundo Riva Palacio: Es cierto, estamos jodidos (El País)
El subtítulo del artículo explica su contenido general: «Políticos y medios mexicanos abusan del lenguaje soez y coloquial, perniciosa práctica que reduce nuestra capacidad de entender lo que nos pasa».
Ahí está, de entrada, el dedo en la llaga. No preocupa tanto que las noticias sean presentadas por un payaso. Finalmente todos sabemos que los contenidos de los noticieros son, mayoritariamente, puras payasadas. En cambio, el problema de fondo de las tan diversas prácticas de banalización de los contenidos a través de los medios masivos, así como de un discurso político populista, es la falta de profundización en los aspectos de fondo de los asuntos tratados. Las carreras, finalmente, son parelelas: una por el rating, la otra, por votos fáciles.
Resulta tentador rememorar un título clásico: La sociedad del espectáculo. La pregunta es: ¿hasta qué extremos es posible que llegue la espectacularización de los contenidos? Al formato del noticiero tipo reality show, tan común hoy en día, se suma la nueva ilusión de participación que proporciona para el público la posibilidad de enviar mensajes vía Twitter, y vemos lastimosamente a los conductores de noticiarios, lectores de prompters, convertidos ahora en lectores de los perspicaces comentarios de Pericoeldelospalotes.
El problema se presenta, así, por dos vías. Por un lado, el de un modelo comunicativo tradicional, vertical, a través del cual el medio fabrica líderes de opinión dudosos y legitima al payaso y sus payasadas. Pero también, por otro, el del nuevo modelo comunicativo horizontal, a través del cual el usuario —que ya no es receptor— de las herramientas propias de las redes sociales genera algo que es demasiado ambicioso llamar «contenidos» y se queda con el espejismo de que con ello tiene voz, voto y manifiesta su conciencia social.
Finalmente, la comunicación soez a la que se refiere Riva Palacio va dirigida precisamente a Pericoeldelospalotes. Uno de los problemas de utilizar lenguaje vulgar es que la comunicación se generaliza, se despersonaliza. Un «pinche güey» no es ese, Fulano de Tal, con nombre y apellidos, que hizo tal cosa. Un «pinche güey» es Pericoeldelospalotes, alguien cuya identidad se ha diluido, que es alguno, que es todos, que es cualquiera. Mejor optar por las comunicaciones con nombres y apellidos, así como por los calificativos específicos que se refieran, sin ambages, a situaciones concretas.